Viaje al centro de la tierra (Capítulo 2)
Llegaron a las 7 de la mañana desembarcaron en korsor, un pequeña ciudad que esta situada en el occidente de Seeland. Para despues tomar otro ferrocarril, que los condujo a traves de un país no menos llano que las campiñas de Holstein.
Faltando algunas horas para alcanzar la capital de dinamarca. A las diez de la mañana poniendo los pies en Copenhague y sus equipajes fueron cargados en un coche y conducidos en su compañía, a lo que eso llevo una media hora, porque la estación donde se encuentra situada a las afueras de la ciudad.
Después de asearse un poco, el profesor Lidenbrock decidió iniciar su objetivo, que era hacer una visita al museo de antigüedades del Norte.
El director de ese museo, en el que se acumulaba todos los restos que permitían reconstruir la historia del país, era el profesor Thomson, un amigo del cónsul de Hamburgo.
El profesor Lidenbrock llevaba una carta de recomendación, cosa que por otra parte fue necesaria, ya que el doctor Thomson era un hombre servicial, e hizo una cordial acogida a su colega, el director de museo, casi era obvio, ellos, dijieron, que solo querían visitar Islandia como país.
A lo que el doctor Thomson se puso a su disposición, juntos recorrieron los muelles a fin de buscar un navío que estuviese a punto de partir.
Después de recorrer la ciudad con entusiasmo de un chiquillo. El profesor Lindenbrock se dejo llevar, pero sin ver nada, ni el significante palacio del rey, ni el bonito puente del siglo XVII que cruza el canal delante del museo, ni aquel inmenso cenotafio de Torwaldsen que, el castillo bombonera de Rosenborg. El seguía abstraído en sus proyectos.
Después de su largo viaje llego el día de la marcha. A la víspera, el complaciente doctor Thomson le había traído cartas de recomendación para el barón. Trampe, gobernador de Islandia; para el señor de Pictursson javik y como recompensa por parte del profesor Lidenbrock el dio un fuerte apretón de mano.
El día 2, a las seis de la mañana ellos ya se encontraban en Valkyria, y ellos instalados en unos camarotes bastantes estrechos y situados bajo una especia de puente. A lo que el profesor Lidenbrock pregunta.
-¿Tenemos buen viento?-
A lo que respondió el capitán Bjarne
-Excelente viento-
Un viento del sur que los llevaría a Sund con todo el aparajo alargado y las velas extendidas, Pero tuvieron que cambiar de dirección ya que paso algo inesperado, ya que desaparición entre la bruma al igual que las torres de Helsinborg, erigida en la orilla sueca.
Dos días después se ponían en contacto con con las costas de Escocia, a la altura de Peterheade, y dirigiéndose después hacia las Feroe pasando entre las Orcadas y las Seethland.
Muy pronto su goleta fue azotada por las olas del Atlántico. Tuvieron que vérselas con el viento del norte, y alcanzo las Feroe con muchos obstáculos encima. El día 8 el capitán reconoció a Mygannes, la más oriental de estas islas, y, a partir de este punto, navego derecho hacia el cabo de Porthland, situado en la costa meriodinal de Islandia.
La travesía no ofreció un incidente fuera de lo normal soporte bastante bien en las inclemencias del mar, pero el profesor Lidenbrock, con gran desprecio y vergüenza por su parte, se paso todo el viaje mareado, lo cual no le permitió interrogar al capitán Bjarne acerca de la cuestión de Sneffels, Sobre los medios de comunicación, ni sobre las facilitaciones de transporte. Tuvo que dejar estas explicaciones para la llegada y pasar todo el tiempo acostado en su camarote, en los mamparos del cual crujía horriblemente a cada movimiento del barco, pero el se lo había buscado.
El día 11 retomaban el cabo de porthland. El tiempo muy claro, permitió distinguir el cabo de Myrdals Yokul, que se compone de un grueso peñasco, con pendiente escapadas, que se levanta solitariamente en la playa.
Las fuertes marejadas impedía subir a cubierta al profesor Lidenbrock para admirar aquellas costas azotadas por el viento del Sudoeste. Cuarenta y ocho horas después, al salir de una tempestad que obligo a la goleta a huir a palo, seco, descubrieron en el este punta de Skagen, cuyos arrecifes se prolongan peligrosamente a gran distancia bajo las aguas. Un piloto islandés subió a bordo, y, tres horas después, la Valkyria fondeaba delante de Reykjavik, en la bahía de Faxa. Solo entonces el profeso Lidenbrock salió de su camarote, un poco pálido y algo quebrantando, pero tan entusiasmado como en el primer momento y con la satisfacción pintada en los ojos.
Los habitantes de la ciudad, interesados por la llegada de aquel barco, del cual todos tenían algo que tomar, se asomaron sobre el muelle. Pero el profesor Lidenbrock salió corriendo del barco pero antes de bajar del barco se llevo a Axel a la proa y le señala la parte septentrional de la bahía, donde se alzaba una alta montaña con dos picos, un doble cono cubierto de nieve perpetuas.
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